Respirar para vivir
La respiración es un proceso natural que nos acompaña desde que nacemos y continúa con nosotros hasta el momento en que abandonamos este mundo; quizá precisamente por eso no nos damos cuenta de su importancia, ni siquiera sabemos
cómo respiramos. La práctica del Yoga consigue que muchas personas recuperen la conciencia de su respiración.
Existe una respiración externa, es decir, el recorrido del aire hasta los pulmones y los músculos que lo permiten. Nuestros pulmones son solamente una habitación donde la respiración sucede, la expansión y contracción de los pulmones responde a la acción de ciertos músculos (diafragma, músculos intercostales, ...). Del estado de estos músculos, de su tono y flexibilidad, dependerá la calidad de nuestra respiración.
También existe una respiración interna, el mecanismo en virtud del cual "respiran" las células a través de la sangre. Ellas son en definitiva las receptoras del oxígeno y de la energía vital o prana que captamos durante la respiración.
El Yoga es una disciplina que permite volver a conectarnos con nosotros mismos y nuestra esencia, que nos lleva a redescubrir aspectos de nuestro ser que han sido olvidados o sofocados por las exigencias y el ritmo de vida de la sociedad actual. Su práctica ha demostrado que el control del proceso respiratorio es esencial a la hora de gobernar la mente y las emociones.
A través de la práctica continuada de ejercicios de respiración o pranayamas se obtiene una relajación de cuerpo y mente que permite alcanzar estados de conciencia propios de la meditación. En ellos, la mente adquiere una claridad excepcional y la percepción se agudiza; por esta razón, se pueden solucionar más fácilmente los problemas que nos agobian en la vida diaria.
En la India se suele decir que la vida de un recién nacido está marcada por el número de respiraciones que tiene previamente asignadas. De esta afirmación se desprende que cuanto más lentamente respiremos, más saludable y larga será la vida que nos haya tocado vivir.